Entiendo Las Escrituras
Por David Stewart

La comunicación es una parte vital de nuestra vida cotidiana. Hablamos, escuchamos, escribimos, leemos, demostramos y observamos. Todas estas acciones tienen lugar con la suposición universal de que podemos entender a otras personas y ellas pueden entendernos a nosotros. Nuestra capacidad para comunicarnos no es perfecta, ya que a menudo nos distraemos o no encontramos las palabras adecuadas para expresarnos. A pesar de la posibilidad de una falta de comunicación, seguimos participando en el proceso. El Antiguo y el Nuevo Testamento son la comunicación de Dios para nosotros hoy. Al revelarse a nosotros de esta manera, Dios asume nuestra capacidad de comprender su mensaje. Las siguientes consideraciones se harían en nuestras propias conversaciones y deberían hacerse al leer la Palabra de Dios.

1) Considere el significado pretendido por el autor. El escritor inspirado generalmente escribió con un objetivo claro en mente. Por lo tanto, debemos entender qué significaba originalmente un pasaje para los primeros lectores antes de que podamos aplicarlo a nuestra propia situación moderna. Un pasaje no puede significar hoy lo que no significó cuando fue escrito por primera vez. Si dos personas tienen diferentes interpretaciones de un pasaje, entonces al menos una de ellas está equivocada; quizás ambos estén equivocados. La intención del autor es básica y fundamental para cualquier comunicación.

2) Considere la traducción. La Biblia se escribió originalmente en idiomas extraños para nosotros: hebreo, arameo y griego, y por lo tanto debe traducirse al inglés. Desafortunadamente, la traducción de la Biblia no es un proceso inspirado por Dios. Es útil comparar las versiones del comité principal (KJV/NKJV; ASV/NASB; RSV/NRSV; NIV; ESV). Las paráfrasis y las traducciones de un solo hombre deben usarse con precaución, ya que tienden a embellecer el texto y son fáciles de sesgar. Los modismos y otras expresiones difíciles que se encuentran en traducciones más literales (“palabra por palabra”) se explicarán mediante versiones más dinámicas (“pensamiento por pensamiento”).

3) Considerar los contextos inmediatos y más completos. Un pasaje está relacionado tanto con los versículos como con los capítulos que lo preceden y lo siguen. Los primeros cristianos habrían leído una carta completa que les fue escrita cuando llegó por primera vez, en lugar de solo unas pocas líneas. Las divisiones de capítulos y versículos fueron un desarrollo muy posterior en la historia de la Biblia. Un versículo sacado de su contexto, llamado “texto de prueba”, se puede aplicar mal fácilmente y perder su significado original. Se ha dicho repetidamente que puedes hacer que la Biblia diga casi cualquier cosa que quieras. Nos molestamos cuando nos citan fuera de contexto. ¿Por qué haríamos lo mismo con Dios?

4) Considere el tipo de literatura. Hay muchas clasificaciones diferentes dentro de la Biblia: Ley, Historia, Literatura Sapiencial (Poesía), Profecía, Evangelios, Cartas y Apocalipsis. Podemos evitar malinterpretar las Escrituras teniendo en cuenta el tipo literario de un texto en particular. Por ejemplo, debemos leer una parábola de manera diferente a una ley. Debemos respetar la versatilidad de la Biblia, tal como lo hacemos con las diversas categorías dentro de un periódico: noticias, clima, deportes, caricaturas, editoriales y anuncios.

5) Considere el contexto histórico. Es importante conocer el entorno histórico en el que se escribió un documento. ¿Quién fue el autor? ¿Quién era la audiencia a la que escribía y cuál era su ubicación? ¿Cuál fue la fecha? ¿Cuáles eran los problemas o circunstancias específicos a los que se enfrentaba la audiencia? Las respuestas a estas preguntas no siempre están disponibles. Sin embargo, cuando lo son, debemos tomarlos en consideración mientras leemos. Si encontrara una carta hoy que no tuviera fecha, dirección, destinatario o remitente, solo entendería parcialmente lo que está escrito en ella. Quizás haya suficientes detalles dentro de la carta que le ayuden a reconstruir las circunstancias. El contexto histórico marca la diferencia.

6) Considere el contexto cultural. Es importante darse cuenta de las diferencias entre las culturas de la Biblia y la nuestra. No nos vestimos de la misma manera, no comemos los mismos alimentos ni vivimos en el mismo tipo de casas. Mientras que la gente de la Biblia era muy agrícola, vivimos en una sociedad industrializada. No disfrutaban de las comodidades modernas. Todo lo que escribieron fue a mano; no fueron bendecidos con imprentas, computadoras o fotocopiadoras. Tenían un sentido diferente de hacer justicia y un concepto diferente de autoridad. Sin reconocer este tipo de diferencias, tendremos dificultad para trasladar un concepto bíblico a nuestro tiempo.

7) Considere todo el canon bíblico. ¿Qué dicen otros pasajes acerca de un tema en particular? ¿Arrojan más luz sobre la voluntad de Dios con respecto al asunto? Al hacer estas preguntas, evitaremos hacer solo una parte de la voluntad de Dios. También debemos reconocer en qué período se encuentra el texto, ya sea patriarcal, mosaico o cristiano. ¿Es un mandato particular parte del nuevo pacto y obligatorio para los cristianos? ¿O es del antiguo pacto, que una vez estuvo sujeto a los judíos pero que ahora se ha cumplido en Cristo? ¿Es un mandamiento en particular un principio permanente que debemos seguir hoy?

8) Considere los comandos y ejemplos específicos. ¿Qué mandamientos se dieron a los primeros cristianos? ¿Qué dicen estos imperativos acerca de la naturaleza de Dios y su voluntad para nuestras vidas hoy? ¿Hay algo dentro de los comandos o ejemplos que los restrinja a una ubicación o tiempo específico? ¿O son principios permanentes que los cristianos deben observar a lo largo de los siglos hasta que Jesús regrese? ¿Hay algo presente en la cultura de los escritores y lectores que sea diferente a nuestras propias circunstancias y, como resultado, pueda cambiar la forma en que aplicamos el texto?

Conclusión. Al considerar estas facetas del estudio de la Biblia, nos convertiremos en intérpretes más precisos de la Palabra de Dios. La amonestación de Pablo a Timoteo es apropiada para nosotros hoy: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa rectamente la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

© 2016  Stewart Publications (www.stewartpublications.net)

Todas las escrituras son sacados de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. Derechos Reservados © 1973, 1978, 1984 Sociedad Bíblica Internacional.  Usado por permiso de  Zondervan Bible Publishers.